Los orígenes de Lo Barnechea y Yerba Loca

Desde 13000 a. C. a la actualidad

Los orígenes de Lo Barnechea y Yerba Loca

El Santuario de la Naturaleza Yerba Loca contribuye a la cultura con sitios y objetos arqueológicos que datan entre los 8000 a 6000 años a. C. (Casa de Piedra Carvajal, talleres líticos, pircas y piedras tacitas). La ocupación inca dejó importantes rastros físicos en el sector. Una investigación publicada por el boletín del Museo Nacional de Historia Natural, por ejemplo, muestra que el cerro El Plomo era el santuario más austral de los incas, y una vía para su conexión con el sol.

Aunque no hay estudios arqueológicos propios de Yerba Loca, en las cercanías sí han sido encontrados vestigios de ocupación humana de hasta 12.000 años de antigüedad. Del vecino cerro El Plomo es la momia del mismo nombre, y en el Cajón del Maipo han sido hallados cántaros y puntas de flecha.

Diversas e importantes investigaciones arqueológicas han permitido identificar las características de los diversos ciclos históricos. Estos son:

A. Período Paleoindio (13000 a. C – 8000 a. C)
En el valle central las evidencias de presencia humana más temprana se encuentran en la Región de O’Higgins, en sitios emplazados en una paleolaguna. Se cree que cuando la zona se fue volviendo progresivamente más árida, atrajo más fauna, cuya presencia favoreció la práctica de la caza y el consiguiente asentamiento humano.

B. Período Arcaico (10000 a. C – 300 a. C)
Las evidencias mejor documentadas de este período se encuentran en la cordillera de la Región Metropolitana. En general, los grupos de esta etapa se caracterizaron por ser sociedades cazadoras-recolectoras, las que se apropiaban directamente de los recursos que les ofrecía el medio. Según las investigaciones, en una fase de este período el hombre empezó a especializarse en algunas actividades. A medida que eso se intensificó, surgió también una diversificación en los asentamientos (campamentos base, primero; luego, campamentos esporádicos y campamentos relacionados con tareas específicas).

C. Período Alfarero temprano (300 a. C – 1200 d. C)
En este período se combinan los grupos cazadores-recolectores con otros que comienzan a dedicarse al desarrollo de la agricultura. Estos ocuparon terrazas fluviales y sitios pequeños a baja altura, mientras que los antiguos grupos siguieron situándose a mayor altura. Otras investigaciones han demostrado la presencia de grupos agroalfareros cerca del curso alto del río Aconcagua, lo que no se ha hallado en los vecinos ríos Maipo y Mapocho. Por este motivo se cree que la ocupación no se dio de acuerdo a los recursos disponibles solamente, sino debido a una especie de territorialidad vinculada a relaciones de parentesco y linaje. De este período se han encontrado explotaciones mineras y arte rupestre en forma de petroglifos.

D. Período Intermedio tardío (900 d. C – 1.500 d. C)
En este período se encuentra principalmente la presencia del grupo Aconcagua, que mostró una clara preferencia por la planicie de este valle, concentrándose principalmente en la cuenca Maipo-Mapocho, hacia el centro-sur de Santiago y en Melipilla. Poseían un patrón de asentamiento disperso, unido en torno a la familia, que operaba como la unidad social básica. Se integraban en un sistema social igualitario.

Lo Barnechea

CICLOS HISTÓRICOS
  • P. Paleoindio (13000 a.C – 8000 a.C)

  • P. Arcaico (10000 a.C – 300 a.C)

  • P. Alfarero temprano (300 a.C – 1200 d.C)

  • P. Intermedio tardío (900 d.C – 1.500 d.C)

  • P. Alfarero tardío u Horizonte Inca
    (1400 d.C – 1536 d.C)

  • P. Histórico e Historia Minera (1536 d.C – 1960 d.C)

E. Período Alfarero tardío u horizonte inca (1400 d. C – 1536 d. C)
Las investigaciones han detectado que en 1475 d. C. el Estado inca anexó a su territorio parte de la región del actual Chile central, lo que habría producido diversos cambios en la organización social. Existen dos principales evidencias de la llegada de este grupo: los ramales del Camino del Inca y los santuarios situados en altura. Se ha planteado la existencia del Camino del Inca Longitudinal Andino, el que partía en el río Putaendo y pasaba por el valle del río Aconcagua para llegar a la cuesta de Chacabuco, a Colina y Apoquindo. Habría además una prolongación llegando a Limache, lo que coincidiría con la línea de mineralización. Otro ramal se ubicaría en el sector norte del valle del Mapocho, uniendo los asentamientos del estero de Lampa con el santuario en altura del cerro El Plomo. Uno de los grandes hallazgos arqueológicos fue la momia “El Niño del cerro El Plomo”2, sacrificado y enterrado en un cementerio del sector en una ceremonia del Tawantinsuyu llamada Capacocha. La Capacocha permitía celebrar múltiples acontecimientos: nacimiento del inca, coronación, enfermedades o muerte, participación en alguna guerra, cualquier peligro o amenaza, ofrendas y eclipse de sol. El clima seco y las bajas temperaturas permitieron la conservación de El Niño de El Plomo, que se encuentra hoy en el Museo Nacional de Historia Natural de Chile, en la Quinta Normal.

Si bien la explotación minera y la arquitectura monumental que desarrollaron los incas en el territorio es un gesto colonizador, la presencia inca no habría sido homogénea. Más bien se dio en este período un espacio intercultural fortalecido por las ceremonias.

F. Período Histórico e historia minera (1536 d. C – 1960 d. C)
Después de la llegada de los españoles al valle del Mapocho, en 1540, se consolidó como principal actividad la ganadería vacuna, lo que llevó al desarrollo de una tradición arriera que se perpetúa hasta hoy. Este sector del Mapocho fue conocido hacia el siglo XVII como la hacienda San José de la Sierra, propiedad de Pedro de Torres, quien en 1693 traspasó el mayorazgo a su hija, María de Torres, esposa de Cristóbal Messia y Valenzuela, segundo conde de Sierra Bella. Hoy se cree que a ese título nobiliario se debe que el sector se conozca como Las Condes.

En la segunda mitad del siglo XIX se descubrió allí mineral de plata, por lo que la minería se convirtió en una actividad significativa. A partir de entonces, la cordillera se poblaría con más de una veintena de minas. Sin embargo, la carencia de recursos para la subsistencia en esos lugares, además de las condiciones climáticas extremas, dada la altura, hicieron de su explotación una labor particularmente sacrificada. A finales del siglo XIX, en el cajón de Yerba Loca se encontraban operando las minas de San Rafael, María Elena, Crueldad, Florista y Refugio. De manera paralela se seguían las actividades de explotación de ganado caballar y vacuno. En 1901 se dio inicio formalmente a la existencia de la comuna de Las Condes, en términos administrativos.

En 1931 murió Pedro Fernández Concha, el último propietario de esta gran hacienda. La herencia dividió la hacienda entre seis de sus hijos. Los sitios más alejados de la ciudad, en cambio, fueron vendidos a otras personas, entre ellos la familia Kiesling.

En 1971, Elfriede Maurach, casada con Hans Von Kiesling, donó a la comuna de Las Condes el fundo Cuarta Hijuela de Yerba Loca, de 30.029 hectáreas, para el desarrollo del turismo popular, forestaciones y otros fines de carácter público.

En 1973, mediante el Decreto Supremo Nº 937 del Ministerio de Educación, el fundo fue declarado Santuario de la Naturaleza. En 1992 se crea la comuna de Lo Barnechea, que ocupó territorios que anteriormente pertenecían a Las Condes, tales como Yerba Loca.

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